El entrenador italiano de 64 años contó los secretos de la auténtica proeza que logró con el club inglés “en una época en la que el dinero cuenta para todo, nosotros hemos dado esperanzas a todos”, dijo el entrenador.
“Cuando llegué en agosto y comencé a ver las grabaciones de todos los partidos de la temporada anterior, vi que le equipo había hecho un gran final de temporada, corriendo mucho. Cuando hablé con los jugadores comprendí que tenían miedo de las tácticas italianas … Les dije que confiaba en ellos y que hablaríamos muy poco de tácticas. Para mí lo importante era continuar lo que habíamos hecho (correr duro) al final de la temporada pasada”.
“Aquí todo el mundo se entrena con gran intensidad, hay espíritu competitivo incluso al hacer ejercicios de sprint. Y los ejercicios son siempre reñidos. Mi idea es que en primer lugar los jugadores necesitan recuperarse y luego entrenar. Mis chicos están entrenando mucho, pero no demasiadas veces. En Inglaterra los partidos son siempre de alta intensidad, acaban agotados y se tienen que recuperar. Jugamos los sábados, así que los domingos son libres para todos. Empezamos el lunes con un entrenamiento ligero, como en Italia. El martes, entrenamiento duro. Y el miércoles reposo absoluto. El jueves hacemos otro entrenamiento duro, que acabamos el viernes”.
“No entrenamos dos días a la semana y eso es lo que les dije cuando llegué a Leicester les dije: confío en vosotros, explicaré poco de fútbol, pero tenéis que darlo todo. No creo que sea la fórmula perfecta, porque el fútbol, no es como la química , no hay reglas universales. Tienes que extraer lo mejor del grupo que tienes. Aquí, en Leicester, todos sienten que participan, así que jugar mal es sinónimo de traicionar a tus compañeros. Son hombres libres, conscientes de su responsabilidad. Por ejemplo, tengo un jugador que viene todas las mañanas desde Manchester. Eso en Italia sería impensable. Aquí se puede hacer, porque el equipo lo permite y eso es lo que más orgulloso me hace sentir”.
“A veces estoy en la mesa y me quedo asustado de la cantidad de comida que comen. Nunca había visto a jugadores tan hambrientos. Las primeras veces me sorprendió, pero tuve que aprender a verlo y sonreír. Si corren tanto, pueden comer lo que quieran”.
“Aquí se divierten. En Italia es difícil hacerlo, y entrenan con menos convicción. Es más un deber. Aquí hay una fuerte conciencia de que son gente joven saludable y con un gran trabajo. Sería de tontos desperdiciar todo eso. Cuando entrenan ponen lo mismo que en un partido, no he tenido que llamar la atención a nadie por vaguear. Ellos necesitan estar relajados, y no sentirse acosados. Ellos quieren calma y respeto en el vestuario, no a una prima donna”.
“En Inglaterra se juega siempre como si fuera un derbi. Corriendo, golpeando, con equipos lanzados y mucho espíritu competitivo. Siempre les digo a mis jugadores que busquen el fuego en su interior. Una ocasión como esta no la van a tener nunca más”. Al final, concluye que “yo sé que las cosas no siempre funcionan así, nadie sabe realmente cómo funcionan. Hemos encontrado algo que funciona por sí mismo así que por lo menos, tenemos que respetarlo hasta el final. Ninguno de nosotros siente que estemos trabajando para ganarnos la vida, de esa forma nos levantaríamos cansados cada día. Si vivimos para trabajar, entonces vamos a darle sentido a lo que hacemos. Yo he tenido la suerte de haber vivido esto antes al final de mis días como jugador. Fue el “Catanarzio” de Gianni di Marzio. Era como en el Leicester: un grupo de amigos que vivió todo eso juntos”.
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